Recientemente, mientras hacía cola para adquirir un producto en una de las tiendas “insignes” de la ciudad, pudimos enterarnos todos los que esperábamos de las decepciones amorosas de la empleada, los problemas con el padre de su hijo y la mala opinión sobre los hombres, que la mantenían decidida a no casarse nunca más, todo ello en tanto cobraba y entregaba los comprobantes, sin pronunciar jamás un “gracias por su visita” o “vuelva pronto.”