Cuba inició esta semana una etapa diferente en el enfrentamiento a la COVID-19, marcada inevitablemente por la certeza de que resulta impostergable, tras siete largos meses de trabajo sin descanso, aprender a convivir con la enfermedad entre nosotros y, por tanto, continuar desarrollando también la vida económica y social del país, desde el prisma de una mayor responsabilidad y percepción de riesgo.