El primero de enero de 1959, los habaneros se lanzaron a las calles para celebrar el triunfo, al conocer la huida de Fulgencio Batista, al tiempo que las milicias del 26 de julio, de acuerdo con las instrucciones del Comandante en Jefe Fidel Castro de “¡Revolución sí; golpe militar no!”, tomaban las estaciones de policías, detenían a los esbirros y cuidaban el orden, con lo que se estableció el poder revolucionario desde abajo